Costa Eduarda fue un verdadero parto, dicen que es mi quinta hija.
Trabajamos en equipo durante nueve meses, ¡pero al final lo logramos!
Me tocó dirigir, proyectar, hacer de fletera, jardinera, pintar, lijar, de todo un poco.
Más de treinta personas trabajaron para que ésto sea posible.Sólo mencionaré algunas, sin dejar de tener presente a otras.
Martín y todo su equipo de albañiles. Un grupo de gente del Paraguay, con quienes intenté aprender Guaraní pero no logré pronunciar ni una palabra.
David y sus jóvenes muchachos, que no me dejaban respirar pidiéndome que les lleve pintura.

Yo: ¿¿Llegamos a diciembre muchachos??

Los gremios: Quédese tranquila que llegamos…

Vicente, el plomero que me hizo recorrer todo Mar del Plata en busca de sanitarios.
Alejandro, el techista que ni bien terminó con el techo para autos , se entusiasmó y encargó paja en el norte del país para hacer el quincho.
Mariano, el electricista que estuvo en todos los detalles. Que habla y trabaja a la misma velocidad de la luz.
Ariel, el herrero que con sus diseños, trajo un poquito de Buenos Aires a un pueblo con mar.
Miguel, un muchacho paraguayo que además de trabajar de sol a sol, cuidó de mi casa y de mi gata Elena.